Redacción , José Ignacio Rentero Vicente 

Cuarto piso de la residencia Le Toumalin, en Saint Paul les Dax, sur de Francia. Son las 8 de la mañana del 11 de marzo de 2004 cuando el jefe del aparato logístico de ETA, Félix Ignacio Esparza Luri, empieza su jornada. Es el tipo que controla el material militar de la organización. A las 8.11 escucha en televisión que ha habido un atentado. A las 8.57 despierta su compañera de comando, Bihotz Cornago. Los dos etarras no entienden nada.

-¿Eso es posible? – pregunta ella.

-¿Sin aviso? No.

-Hombre, es que a ver quién tiene cojones de decir ahora que sí, que ha habido una llamada y han pasado…

La Guardia Civil tiene un micrófono en esa casa y lo escucha todo. A las 10.51, y ante la información que se va conociendo, Esparza Luri dice: “Habrán sido de Al Qaeda”. Durante todo el día, la pareja no sale de su asombro. “Han tenido que ser los moros”, insiste Esparza.

El libro del coronel-jefe de la Guardia Civil Manuel Sánchez Corbí revela que el estupor del responsable de logística de ETA fue transmitido a Madrid “en tiempo y forma”

Estas revelaciones figuran en el libro Sangre, sudor y paz (Península,2017 ), uno de cuyos autores es el coronel-jefe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, Manuel Sánchez Corbí, durante 25 años uno de los máximos responsables de la lucha contra ETA. Lo más revelador, en la página 343: “Las novedades se transmiten en tiempo y forma”. Es decir, que en la mañana del 11-M, en el ministerio del Interior conocen ese estupor de uno de los máximos jefes de ETA ante el atentado.

El libro sostiene que los atentados “dejan a ETA descolocada” y que inicia un periodo de reflexión, que sólo romperá bastantes meses más tarde con atentados “blandos” contra intereses turísticos.

“ETA tenía abierta una reflexión en parte por razones operativas, pero también por razones políticas, y aquel hecho les puso encima la imposibilidad de defender el terrorismo. Los puso en un sitio muy incómodo, fue un golpe terrible para ETA”, reflexiona Jesús Eguiguren, que entre 2002 y 2014 fue presidente del Partido Socialista de Euskadi y que en aquel momento ya había abierto un diálogo (secreto) con el líder abertzale Arnaldo Otegi acabar con la violencia.

Fuente, la vanguardia