TCOL-AREA-SACRISTAN

Articulo de opinion de nuestro colaborador D. Enrique Area Sacristán, Teniente Coronel de Infantería y Doctor por la Universidad de Salamanca

A QUIÉN QUIERA OIR: SIN NACER DE LA MALDAD‏
 
Sin nacer de la maldad y teniendo su origen en un deseo de acertar, hallánse, a veces, en ciertos Mandos, vicios menores cuyas consecuencias pueden ser, sin embargo sensibles, segun Jorge Vigón.
 
¡Cuantos Jefes, en su deseo de mantener la disciplina de sus subordinados,, acentúan la rigidez, en términos tales que llegan a hacerse insoportables¡ La intransigencia de estos hombres, que ni se tuercen ni se doblan, deja al subordinado asombrado y frio, porque todo ello le parece anormal, incomprensible y fuera de razón.
 
No pide tanto la exigencia del cumplimiento del deber a los subordinados; ni tampoco debe llevarse a la «abrumadora minuciosidad» con que algunos, agudos como mano de mortero, amargan la vida de sus subordinados con un diluvio de ordenes y prescripciones, y sometiéndoles a una vigilancia molesta, intempestiva e ilegal, pues parece que no se han leído las Leyes tales como la Ley Orgánica de Derechos y Deberes del Militar de Profesional.
 
Sobran las primeras, porque para asegurar la buena ejecución del servicio bastan los Reglamentos; la segunda debe efectuarse con tacto e inspirándose en un propósito educativo y no de coacción.
 
Y muchas veces, son estos mismos que con sus subordinados se muestran tan exigentes, los que parecen complacerse en oponer a las órdenes que reciben dificultades; y es grave este defecto de los que así proceden, tanto más cuanto que aún cuando estas dificultades son reales, muchas veces deben cerrarse los ojos a ellas, porque suelen parecer mayores desde lejos, y hay casos en que daña el discurrir al ejecutar.
 
¿Sigues leyendo? ¿Te consideras con fuerzas suficientes para asumir la pesada carga del mando de tus subordinados? Pues si es así he de decirte más.
 
Cuando el que manda cae en estos vicios y carece de un concepto firme de lo que debe ser el el ejercicio del mando, se ve expuesto a caer en la arbitrariedad, que no es otra cosa que la sustitución de la voluntad del que manda a las prescripciones de la Ley, su contravención o su interpretación apasionada y caprichosa; pero que es siempre la consecuencia absoluta de falta de sentido de la moral.
 
Igualmente, la acritud de carácter que arrastran esta clase de hominidos que  por no tener imperio sobre si mismos se dejan impresionar por sus propias miserias y hacen recaer sobre sus subordinados todo el mal humor resultado de sus enojos personales; Los que así proceden unen a su anormalidad su cobardía, porque se entregan a un placer malsano contra hombres que no tienen medios de defensa frente a su autoridad. Quien tropiece con alguien en el que se manifieste semejante falta, dice Jorge Vigón, debe castigarla implacablemente hasta llegar a los Tribunales si fuera preciso, es la principal causa de insubordinación, en el que llega a producir el odio al Ejército, el antimilitarismo y las ideas más rebeldes.
 
Enrique Area Sacristán

Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca