Primera parte de un articulo interesantisimo que nos envía nuestro colaborador D. Enrique Area Sacristán, Tte. Coronel de Infanteria y Doctor por la Universidad de Salamanca, sobre persuasión y lavado de cerebro.
El lavado de cerebro
El lavado de cerebro explica muchos fenómenos como aquél en que los soldados que al finalizar la guerra, se separaban y se iban a naciones comunistas; luego se notó que esto era causado por diferentes tipos de torturas, físicas y psicológicas que eran aplicadas junto con privación del sueño. Esta técnica le resultó muy útil a los chinos, que lograron mandar más soldados a los campos de guerra ya que gracias al lavado de cerebro se lograba controlar más prisioneros con menos soldados. Se denomina también al lavado de cerebro el efecto que tienen algunos cultos religiosos hoy día para convertir a sus fieles.
El término lavado de cerebro no es frecuentemente usado por los psicólogos ya que es un término vago en el sentido que no es muy específico. Ellos denominan el lavado de cerebro como una combinación de persuasión, cambio de actitud, propaganda, coerción y restricción al acceso de la información. Estas técnicas son usadas por escuelas, gobiernos, anuncios, padres, compañeros de clases y muchos métodos de comunicación en la sociedad.
La técnica de lavado de cerebro no es nada nuevo, se usó en diferentes movimientos como la Inquisición, diferentes guerras, por la unión Soviética y por diferentes gobiernos comunistas. El lavado de cerebro era usado comúnmente para hacer que un prisionero se sintiera inhumano, que se sintiera culpable de hacerle algún tipo de daño a la sociedad en la cual vivía, y para lograr convertir a este individuo en un miembro »funcional» de esa sociedad.
Las personas que lavaban cerebro usaban técnicas que destruían la integridad psicológica del individuo en la manera que procesaba información, las memorias ya establecidas en su mente, y su moral. Para lograr esto se implementaron diferentes técnicas. Se mantenía la persona en unas condiciones inhumanas, como mantener a la persona en lodo o en un lugar muy sucio. A estas personas no se les dejaba dormir, se les acosaba psicológicamente, se le imponía la culpabilidad y se le llevaban a sesiones de presión social. Esta técnica dependía mucho del control de información que recibía el individuo y del control del ambiente en el cual éste estaba.
Estas técnicas demostraron la capacidad de la mente humana al poderse adaptar a otras creencias o situaciones usando el estrés, y demostraron la maleabilidad que tiene la mente humana en ciertas situaciones.
El adoctrinamiento versus lavado de cerebro.
a.- Control mental versus lavado de cerebro
Si bien es importante poseer una comprensión general del control mental, no lo es menos conocer aquello que el control mental no es. Por desgracia, cuando la gente común discute sobre el tema, muchísimas veces se utiliza el término «lavado de cerebro» como sinónimo de «control mental». Sin embargo, hoy en día los dos procesos son muy diferentes y no deben ser confundidos. El control mental no es un lavado de cerebro.
El término «lavado de cerebro» lo acuñó el periodista Edward Hunter en 1951. Lo utilizó para describir cómo los militares estadounidenses capturados en la guerra de Corea cambiaban súbitamente su escala de valores y sus lealtades y creían haber cometido crímenes de guerra inexistentes. Hunter tradujo el término del chino hsi nao, «cerebro lavado».
El lavado de cerebro es típicamente coercitivo. El sujeto sabe desde el primer momento que está en manos del enemigo. Se inicia con una clara demarcación de los respectivos roles -quién es el prisionero y quién el carcelero-, y el prisionero no tiene ninguna alternativa. Los malos tratos, e incluso la tortura, se utilizan normalmente.
Tal vez el caso de lavado de cerebro y control mental más famoso de los últimos tiempos en Estados Unidos sea el de Patricia Hearst, heredera de un imperio periodístico. Patty fue secuestrada en 1974 por el Ejército Simbiótico de Liberación (ESL), una pequeña secta política con métodos terroristas. Encerrada durante semanas en una armario a oscuras, fue privada de alimentos y violada. Posteriormente, pareció convertirse en miembro activo del grupo. No aprovechó las oportunidades que tuvo para escapar y participó en el robo de un banco, delito por el cual fue condenada y encarcelada.
Por desgracia para ella, Patty Hearst fue víctima de un juez y un jurado ignorantes.
El ESL quizá tuvo éxito en el lavado de cerebro de Patty Hearst, pero, en general, el método coercitivo no cuenta un porcentaje de éxitos muy elevado. Tan pronto como el individuo se aleja de sus secuestradores y vuelve al entorno familiar, los efectos tienden a desaparecer. El ESL tuvo éxito con Patty Hearst porque le dieron una nueva identidad como «Tania». La convencieron de que el FBI tenía orden de disparar en cuanto la vieran. Creía que su seguridad estaba en permanecer junto al grupo más que en buscar la liberación.
El lavado de cerebro resulta eficaz para conseguir que se acepten exigencias tales como la firma de una confesión falsa o denuncias contra el gobierno. Los individuos que son coaccionados se avienen a realizar ciertos actos específicos para salvaguardar lo que han hecho. Pero estas nuevas creencias no están por lo general bien interiorizadas, y cuando el prisionero escapa del campo de influencia (y miedo) es capaz, casi siempre, de quitárselas de encima.
El control mental, casi siempre, llamado «reforma del pensamiento», es más sutil y retorcido. Quienes lo practican son considerados como amigos o compañeros, de forma que el sujeto no está tan a la defensiva. Inconscientemente, colabora con sus controladores y les suministra información privada sin saber que la utilizarán en su contra. El nuevo sistema de valores es interiorizado en la estructura de una nueva identidad.
En el control mental hay muy poco o ningún abuso físico. Por contra, los procedimientos hipnóticos se combinan con los de dinámica de grupo para conseguir un fuerte efecto de adoctrinamiento. El individuo es engañado y manipulado -sin amenaza directa alguna- para que acepte las alternativas ordenadas. Las más de las veces, el individuo responde positivamente a lo que le hacen.
No es buena cosa que los medios de comunicación utilicen la expresión «lavado de cerebro» con tanta ligereza. Evoca imágenes de conversión por la tortura. Quienes están en una secta saben que no han sido torturados, así que piensan que aquellos que les critican son unos mentirosos.