El ministro de Defensa, Pedro Morenés, entrega este lunes los premios de la 2ª edición del Concurso Escolar ‘Carta a un militar’, que recaen en esta ocasión en Leo Rodríguez Masagué de Fraga (Huesca) y Neus Revert Calabuig de Ontinyent (Valencia).
Junto a los dos ganadores han sido seleccionadas como finalistas las cartas de Gonzalo Mercado Vico, del instituto de enseñanza segundaria Francisco de Quevedo en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) y María Pedrajas Ruiz, del colegio Monseñor Miguel Castillejo de Jaén.
El jurado, presidido por el director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar, y formado por representantes del mundo de la cultura y del Ministerio de Defensa, encargado de decidir las cartas ganadoras y finalistas a nivel nacional, ha destacado el buen nivel de redacción de los participantes.
La carta ganadora de Leo Rodríguez Masagué, alumno del Colegio Santa Ana de la localidad de Fraga (Huesca) dice así:
UN SINCERO AGRADECIMIENTO A QUIEN VELA POR NOSOTROS
«Es evidente que el Ejército español se ha adaptado a los nuevos tiempos, pero conservando unos valores que permanecen vigentes, como son el compañerismo, la disciplina y la responsabilidad. El Ejército nunca mira para otro lado; asume los riesgos que plantea cualquier campo de batalla y se enfrenta, por otra parte, al mayor de los desafíos: conseguir que la sociedad civil entienda que su propósito es ser un referente, sobre todo en una época de crisis de toda índole e incertidumbre.
El militar que cae en acto de servicio en un país lejano muere defendiendo a una población indefensa, a unas personas a las que no conoce, que hablan otra lengua, piensan de un modo distinto y contemplan el mundo desde otra perspectiva. La palabra “sacrificio” no se presta a confusión en el lenguaje del Ejército, donde tampoco es posible poner en duda la profesionalidad de quienes son sensibles a las consecuencias de toda guerra.
Las Fuerzas Armadas se sienten partícipes del dolor que se vive en tantos lugares del orbe. Por muy contrarios que seamos a cualquier conflicto bélico, hemos de entender que en determinadas ocasiones el uso de la fuerza resulta necesario y justificable a la hora de garantizar la paz.
No hay soldado que no rechace la guerra y al mismo tiempo proteja con su propia vida la soberanía y la seguridad de los estados. Lo peor y también lo mejor de la condición humana aparecen en una guerra. La civilización humana no sería la que es si no se hubiera levantado frente a los enemigos de la paz, si no hubiera derrotado a quienes únicamente emplean la sinrazón de la violencia, si no hubiese dado otra oportunidad a la reconciliación.
El Ejército evita que los valores de la sociedad sean la principal víctima de la guerra. Por mucho que se haga por la paz, siempre quedará mucho camino por recorrer. Por muchos pasos importantes y significativos que se den en la buena dirección nos faltará todavía andar un largo trecho. El Ejército tiene la responsabilidad de construir un mundo más justo y pacífico, de tender puentes.
La respuesta al drama de la humanidad es preocuparnos por las necesidades, dificultades y preocupaciones de los otros, de quienes no están tan lejos como pensamos ni son, por supuesto, tan distintos. El Ejército no renuncia a intervenir en cualquier lugar donde se pone en peligro la paz, la estabilidad.
La amenaza de la violencia es acrecentar los miedos y el resentimiento y cultivar la trágica cultura de la muerte. Las Fuerzas Armadas no sólo ponen rostro a las víctimas sino que no tienen miedo a la hora de enfrentarse a quienes siempre hallan razones para matarse, para no entenderse».
La segunda pertenece a Neus Revert Calabuig del Colegio Pureza de María de Ontinyent (Valencia):
A TI, SOLDADO VALIENTE
«Querido militar:
Te escribo para pedirte disculpas y, a la vez, darte las gracias.
Disculpas por si alguna vez he tenido una mala visión de tu trabajo, de tu valentía y de tu dedicación, por tener miedo a confiar en alguien que mata y muere por defender su país. Pero, me paro a pensar cómo es tu vida: llena de disciplina, preparación y entrega a un territorio y su gente, a completos desconocidos para ti y me pregunto: ¿cómo puedo tenerte miedo?
Tal vez te tenga miedo porque no te comprenda, porque no soy capaz de empatizar contigo, porque no sepa realmente lo que es ser militar.
No recuerdo cuando por primera vez oí hablar del ejército, de un militar. Tampoco recuerdo cuál fue la visión que tuve en ese momento, tal vez era la misma sensación de desasosiego que tengo ahora.
Pero, me paro a mirar fotos de tropas, de soldados, de juras de bandera y me emociono. Me emociono al ver el sentimiento de solidaridad y responsabilidad que las miradas, los gestos y las acciones transmiten. Me emociono al intentar sentir cada uno de los valores por los que defienden nuestra bandera. Me emociono por creerme capaz de entender un poco más cuál es tu trabajo.
Entonces pienso, tal vez esa sensación de miedo, incertidumbre, desasosiego, sea solo una fachada y lo que verdaderamente siento es admiración. Admiración por ser capaces de “a España servir hasta morir”, de ser cada día más valientes, de encararse con la muerte por defender un país. Admiración por todo lo que he tenido miedo antes.
Admiro los valores por los que un mismo sentimiento os une. La integridad, la honestidad y la justicia que os guían a trabajar unidos, a olvidar el significado del pronombre “yo”, a cambiarlo por el “nosotros”. Por esa disciplina que desde que os alistáis os une. Por ese espíritu de superación cuando otros soldados caen y por el liderazgo que tenéis, gracias al esfuerzo con el que os preparáis y lucháis. Y por ese sacrificio, obediencia y respeto a vuestros superiores.
Vuelvo a pensar en vuestra gran labor. Por luchar para conseguir la paz, por ser tan necesario vuestro trabajo aunque nos cueste reconocerlo, tal vez porque no lo sentimos ni lo vivimos, o por tener miedo a confiar en vosotros.
Para finalizar, quiero darte las gracias. Gracias por despertar en mí un sentimiento patriótico, por no tener miedo a decir que soy española. Gracias por enseñarme a amar una bandera, un país y una profesión como la tuya. Gracias por defender a mi país y a mi gente y por hacer que me sienta segura y orgullosa de vuestro trabajo.
Gracias por ser un militar, por irte lejos y, a la vez, sentirte tan cerca. Gracias».
LA GACETA