El batallón Guadalajara 20 en el muelle de Valencia en el recibimiento a su regreso de la Campaña del Sahara

Pocas unidades de nuestros ejércitos tienen en su historial, que proviene de 1657, tantos y tan brillantes hechos de armas en España y el extranjero, como el batallón expedicionario Guadalajara 20. Nada menos que un sable de honor regalado por el Rey y una Bula de absolución otorgada por el Papa Benedicto XIV en Velletri por su heroica actuación y una Cruz de Distinción del Norte por su conducta en 1808 en la Isla de Seland (Dinamarca).

300 años después este regimiento demostraba su heroico comportamiento. La madrugada del 13 de octubre de 1957, lo que se denomina gota fría inundaba el levante español, especialmente en la capital de Valencia. El agua llegaba en sus calles a una altura de más de tres metros, llevándose por delante viviendas, enseres, personas y dejando sus calles con miles y miles de toneladas de barro y escombros, sin luz, agua y víveres.

La actuación de los tres ejércitos en esta catástrofe puede calificarse de ejemplar. Gracias a ellos muchas miles de vidas se salvaron, y a pesar de las críticas contra los americanos por los ignorantes, al tener conocimiento de estos tristes hechos el portaviones norteamericano Lake Champion, que se encontraba en aguas del Mediterráneo, se trasladó al puerto de Valencia, junto con otros buques de la Armada española y francesa, y desde este portaaeronaves estadounidense se dispuso toda la flota de helicópteros, médicos, ATS, medicamentos y víveres en auxilio de la población de Valencia.

De la batalla del barro a las trincheras

Tras estas inundaciones, los soldados del Guadalajara 20 se batieron día y noche junto con sus compañeros de otras unidades, donde atendieron desde los primeros momentos a las víctimas, para después, con palas y en jornadas sin descanso, limpiar las calles de Valencia. Apenas finalizada esta humanitaria tarea, les iba a llegar otra para trasladarse a las arenas saharianas.

Coronel de Infantería José Belles Gasulla, que participó como teniente en Villa Bens en el Batallón Guadalajara 20.

La actuación de las fuerzas armadas en la riada de Valencia batió todos los récords que uno pueda imaginarse y esto queda recogido en el informe de los técnicos al jefe del Estado, donde calculaban que para dejar limpia Valencia se necesitaba un tiempo de unos seis meses. El entonces jefe del Estado dijo que Valencia tenía que estar limpia como la plata antes de Navidades. Esto ocurrió a finales de octubre.

Se encomendó dicha organización al general-jefe de Ingenieros de la III Región, Félix Gómez-Guillamón. Con ayuda de personal civil y más de 3.000 soldados, Valencia quedó limpia en tan sólo seis semanas, retirando unos 142.130 metros cúbicos de barro. Tiempo después, el Ayuntamiento de Valencia entregó como recompensa a todos los que participaron en esta humanitaria tarea la Medalla de Gratitud de Valencia.

El 8 de enero de 1958, con un secretismo inusitado, un batallón del regimiento de Infantería Guadalajara 20 embarcaba en el puerto de Valencia en el buque de la compañía Trasmediterránea Domine, sin saber nadie dónde iban. Tras cinco días de navegación, el día 13 de enero, aparecían frente a Cabo Juby.

El batallón lo componían 840 hombres entre jefes, oficiales, suboficiales y tropa, al mando del comandante Julio Salvador Martínez Ribes. El desembarco se tuvo que realizar aprovechando la calma en Caleteras y con la Barcaza (K-2) de la Armada Española. Curiosamente los que recibieron a este batallón fueron los oficiales de las compañías Canarias 50, y Tenerife 49 de Infantería, que se encontraban allí destacados.

Las memorias de un teniente en la campaña

Uno de aquellos jóvenes tenientes, posteriormente coronel, José Belles Gasulla, del Arma de Infantería, perteneciente a la X Promoción de la Academia General Militar, era un hombre preocupado por la cultura y muy amante de su profesión. Llevó sus vivencias a un libro titulado Cabo Juby-58. Memorias de un teniente en la Campaña de Ifni-Sáhara. Dicho libro, muy bien redactado y con un estilo muy ameno, plasma con cruda realidad hechos, anécdotas y también peripecias de aquellos valientes soldados valencianos en tierras de Ifni-Sáhara.

Felicitación del comandante-jefe del Batallón Guadalajara 20 a su regreso del África Occidental Española por su ejemplar comportamiento. Foto de Pepe Tarazona, Torrente (Valencia).

La orden de operaciones nº 1 establecía que para la acción ofensiva intervendrían la II Bandera de la Legión, el Batallón Guadalajara 20, el Grupo de Caballería Pavía, la batería de artillería del Regimiento 19, así como Transmisiones, Intendencia y Sanidad. Contaban también con la tan inestimable ayuda de la aviación, todos ellos en la Agrupación Táctica B. En el transcurso de dicha operación, el Batallón Guadalajara 20 intervino en la ocupación del Pozo de Daora, en el restablecimiento de la pista de Aaiún, en los combates de Gaada, Asafet, Tafudart y en la toma por sorpresa del campamento enemigo de Raudac-El Hac, situado en la Saquia el Hamra, donde estos valientes soldados hicieron huir a unos 1.000 enemigos del Ejército de Liberación Marroquí.

Con la colaboración de las fuerzas francesas y del escuadrón paracaidista del Ejército del Aire Español, conquistaron la ciudad santa de Smara, y finalmente la de Hagunia, con paracaidistas españoles y franceses, destacando que dicha operación se llevó a cabo en tan sólo doce días. En el mes de abril de 1958 inician una tarea humanitaria, como fue la de exhumar todos los restos del cementerio de Villa Bens en cajas de zinc, para su repatriación a España antes de la entrega de Cabo Juby a Marruecos.

El día 19 de abril por la mañana aparece frente a Cabo Juby el buque Ciudad de Alicante de Trasmediterránea y la corbeta Descubierta de la Armada Española, para a continuación, embarcar al batallón expedicionario de Infantería Guadalajara 20 rumbo a Valencia, dando todos ellos gracias a Dios por no tener que lamentar bajas.

Días después, en el muelle de Valencia una multitud, la mayor parte familiares de estos infantes valencianos, esperaban con emoción a unos valientes que, en aquellos instantes, a los sones de las marchas militares, recibían el cariño de sus familias y el abrazo de las autoridades militares. Brotaron las lágrimas y la emoción de cinco meses en el Sáhara, cumpliendo con honor, dignidad, soportando frío, calor, sed, soledad y, por qué no, también hasta miedo, pero con el orgullo de haber rubricado con letras de oro: “¡todo por la Patria!”.

Fuente: El Faro de Ceuta | Antonio Herrero Andreu