El sello Stella Maris acaba de publicar “Rosas de Plomo”, un extenso trabajo del escritor malagueño Jesús Cotta que ha obtenido el I Premio de Biografía Histórica convocado por esta editorial.
La investigación de Cotta se centra en la amistad que existió entre el poeta Federico García Lorca y el político José Antonio Primo de Rivera, que a lo largo de las últimas décadas ha sido un tema discutido, afirmado y negado por los que les conocieron e investigaron.
El poeta guipuzcoano Gabriel Celaya reconocía esta amistad oculta a partir de su último encuentro con el autor del «‘Romancero gitano”. Según Celaya, Lorca le confesó: “¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Pues te lo digo. Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con él”.
En una conversación mantenida con La Tribuna del País Vasco, Jesús Cotta explica que la idea escribir este libro “me la sugirió mi amigo Jabo H. Pizarroso, que vive en Vitoria, porque yo había escrito una novela titulada ‘Las vírgenes prudentes’, que trata de unas monjas y unas prostitutas que durante la Guerra Civil se ayudan unas a otras mientras los demás se matan, y pensó que por eso yo podía sentar a la mesa a esos dos supuestos contrarios, Federico y José Antonio. La época de la Segunda República me parece fascinante. No me puedo resistir ante la imagen, a un lado, de la Pasionaria, la Virgen laica, y, al otro, a José Antonio, un templario moderno. Me sentí intrigado por la posibilidad de esa amistad. Si por un lado me parecía imposible, por otro me parecía hermoso que dos personas encontrasen afinidades en que fundar una amistad tan a contracorriente”.
Jesús Cotta nació en Málaga en 1967. Estudió Filología Clásica en las universidades de Sevilla y Málaga y aprobó las oposiciones de profesor de griego en 1992. Tras impartir durante diez años esta asignatura adquirió la nueva especialidad de Filosofía, de la que es titular en el IES Martínez Montañés de la capital andaluza. Entre otros títulos, ha publicado “Las vírgenes prudentes” (2005) y los ensayos “Topicario. Y arpones contra el pensamiento simple” (2005), “Ulises y las sirenas. El dilema de la infidelidad” (2009) y “Manual de ayuda contra los libros de autoayuda” (2011).
¿Cuáles han sido las principales dificultades que encontró a la hora de investigar sobre esta relación de amistad entre José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca?
Mi libro es un ensayo divulgativo y de investigación que no aporta datos nuevos ni fotografías de la relación ni nada por el estilo, sino que se dedica a examinar los datos y testimonios que hay al respecto para acabar concluyendo que la amistad fue, aunque breve, un hecho real y que no hay razones lógicas para ponerla en duda, sino solo razones ideológicas. Y esa es la mayor dificultad con la que me he encontrado: los prejuicios ideológicos de muchos que según si fueran de una ideología o de otra, esperaban, o temían, que esa relación azulease al mito rojo o violetease al mito azul. Cuando digo que ni a Federico le iba el imperialismo y la parte antifascista de la Falange y que a José Antonio le gustaban las rubias, algunos se llevan una decepción, porque la amistad no tenía ni interés político ni sexual.
En su opinión, ¿sobre qué elementos intelectuales, políticos o culturales se cimentó la amistad entre José Antonio y Federico?
Ambos eran de gustos modernos y atentos a los signos de los tiempos. Eran muy sensibles a la situación de inferioridad en que vivía la mujer. Eran enemigos de la politización del arte. Concebían la justicia social como un sacrificio de los pudientes más que como una revolución de los obreros. Eran enemigos del mal gusto y del odio social. Se guiaban por valores cristianos. Admiraban el Siglo de Oro.
Lo que más los unía era el amor a España y la manera que tenían de amarla. Para José Antonio, España era su novia, y para Federico era su madre, pero los dos querían una España culta y alejada de la miseria, moderna y orgullosa de sus tradiciones y valores, cristiana pero no clerical, unida en su pluralidad, sin xenofobia ni racismo, “alegre y faldicorta”, como decía José Antonio.
La poesía políticamente indiferente de Federico, culta y popular a la vez y capaz de llegar a todos los españoles de todas las ideologías y clases representaba para José Antonio la “poesía que promete frente a la poesía que destruye”. Por eso decía: “Federico García Lorca será el poeta de la Falange”, porque, como él decía, “a los pueblos no los han movido más que los poetas” y seguramente pensaba en un poeta como Federico.
Había también otros elementos que los unían más personalmente, como la constante premonición que tenían de sus muertes, el dolor que sentían por el abismo al que España se lanzaba, y la sensación de ser unos incomprendidos a uno y otro lado.
Usted que conoce en profundidad el pensamiento de García Lorca y Primo de Rivera, ¿cómo se sentirían, en su opinión, José Antonio y Federico si vieran cómo se utilizan hoy sus nombres para seguir manteniendo la idea de las “dos Españas” enfrentadas?
No conozco otro caso donde dos personajes tan enemigos, en vida, de las divisiones ideológicas hayan sido reducidos, en muerte, a iconos de esas mismas ideologías. A Federico ya intentaron politizarlo en vida: la derecha reaccionaria criticaba su teatro por indecente y la izquierda marxista lo presionaba para que diese el paso de hacerse de los suyos. Pero, cuando lo asesinó la parte más cerril y reaccionaria del bando nacional, la izquierda aprovechó para convertirlo una vez muerto en lo que no consiguieron convertirlo cuando estaba vivo: en un poeta rojo o al menos izquierdista, no con el afán de dar a conocer su obra, que es apolítica, sino para acusar a la derecha. “Mirad lo que hicieron los fascistas con el poeta más grande”.
Y José Antonio era un revolucionario de derechas, un hombre ecléctico e idealista que la derecha reaccionaria tachaba de bolchevique, y la izquierda lo rechazaba por católico. Pero cuando lo asesinó la parte más sectaria de la izquierda, el régimen personal de Franco lo despojó de su carácter revolucionario (“asesinato sin pólvora”, lo denomina Enrique de Aguinaga) hasta convertirlo en un mártir inocuo, nimbado y virginal para utilizarlo contra la España vencida sin revolucionar la España vencedora. “Mirad qué hizo la canalla roja contra el novio de España”.
La amistad entre Federico García Lorca y José Antonio Primo de Rivera, ¿es un tema tabú para para el pensamiento “políticamente correcto” predominante en España?
Sí. En la actual ortodoxia ideológica, José Antonio es un tabú y ocupa el lugar del malo de la película, el del ogro fascista, mientras que Federico es un icono mediático de la izquierda. Esta amistad desactiva el tabú y despolitiza el icono, porque ni José Antonio era un ogro, sino un caballero que cometió el error de simpatizar con algunas ideas fascistas de las que acabó abominando, ni Federico era simpatizante del socialismo ni del fascismo ni del comunismo, sino sencillamente un amigo de la libertad y de los pobres, pero sin ideario político concreto.
En esa amistad está la clave para impedir nuevas guerras civiles: la simpatía hay que reservarla a las personas antes que a las ideas.
Una pregunta local. El donostiarra José Manuel Aizpurúa, padre del racionalismo arquitectónico español, fue amigo de Lorca, Buñuel y Dalí. Fue también uno de los fundadores de la Falange y mantuvo una estrecha amistad con José Antonio, quien le hizo responsable del aparato de Propaganda de Falange y le encargó el diseño de la cabecera del diario “Arriba”. ¿Pudo ser José Manuel Aizpurúa otro de los eslabones que cimentaron la amistad entre Lorca y José Antonio?
José Manuel Aizpurúa es uno de los muchos amigos comunes que había entre Federico y José Antonio. No sabemos con certeza cuál de esos amigos comunes los acabó presentando, pero, desde luego, el nombre de este estupendo arquitecto cruelmente asesinado muy poco después de Federico, siempre estará asociado al poeta y al jefe falangista, porque fue precisamente para defender la bondad del arquitecto por lo que Federico, siempre más amigo de las personas que de las ideas, decidió revelar a Gabriel Celaya en San Sebastián su amistad con José Antonio.