GUARDIA-JUICIO

El agente, que se enfrenta a tres años de prisión, alegó que el sospechoso estaba muy alterado y que se golpeó la cabeza al caer contra un coche patrulla cuando corría esposado

La Audiencia de Palma juzgó ayer a un guardia civil acusado de agredir a un hombre de 44 años durante su detención en el exterior de un club de alterne del Port d’Alcúdia en septiembre de 2007. El agente imputado, que se enfrenta a una petición de pena de tres años de prisión y otros tantos de inhabilitación por parte de la fiscalía por un delito de lesiones, negó tajantemente haber golpeado o maltratado al arrestado. Según alegó, el sospechoso se hallaba muy alterado y no obedecía. «No quiso identificarse», apuntó. El guardia civil explicó que le cacheó y encontró un arma, que luego resultó ser simulada, en la cintura del pantalón. Luego, ambos forcejearon, cayeron al suelo y allí le redujo y le colocó los grilletes a la espalda. El funcionario policial destacó que el hombre trató de huir esposado y corriendo cuando, de forma accidental, perdió el equilibrio, se cayó y se estrelló de cabeza contra un coche patrulla estacionado a pocos metros.

El herido rechazó que las lesiones sufridas, entre ellas una fractura orbitaria en uno de sus ojos y un corte en la ceja izquierda que precisó tres puntos de sutura, se las hubiera producido de forma fortuita. El afectado explicó ante el tribunal de la sección segunda. «Me empujó; sin razón alguna recibí un tremendo puñetazo en el ojo. Los otros agentes fueron testigos. Siguió golpeándome el mismo agente. Tras varios golpes, empecé a sangrar sobre el capó del coche. Lo limpiaron y me esposaron. Luego, me metieron en el vehículo y me llevaron al médico. Me cosió la ceja. Al final, al llegar al cuartel de Pollença y salir del coche, el mismo acusado me propinó una patada en la pierna«, detalló el perjudicado.

El hombre también fue juzgado ayer por una falta de desobediencia a agente de la autoridad, por la que la fiscal solicitó una pena de 40 días de multa a razón de 10 euros diarios. Por su parte, el abogado que defiende al guardia civil ejerce la acusación particular contra el ciudadano al que considera autor de un delito de resistencia.

El lesionado recordó ante la sala que los hechos ocurrieron en la madrugada del 8 de septiembre de 2007 en un local de alterne del Port d’Alcúdia. Según reconoció, llevaba una réplica de un arma por dentro del pantalón y se la enseñó a un conocido a modo de broma. El encargado del club se percató y avisó a la Guardia Civil.

Entonces, el cliente salió del establecimiento, llamó a un taxi y arrojó el arma a un seto cercano al aparcamiento «porque no quería problemas». Según la versión del hombre, un empleado del local le retuvo hasta que llegó una pareja del Instituto Armado. «Yo estaba en el aparcamiento. Llegó la Guardia Civil y se me solicitó la documentación. Yo la presenté. Colaboré en todo momento. Saqué el carné de identidad, el de conducir, la tarjeta de crédito. Luego, aparecieron más agentes y empezaron a buscar la pistola. Con un detector de metales la localizaron. Yo a ellos les negué que tuviera un arma.

El hombre también recordó que, una vez en el médico, logró pasar las manos esposadas desde la espalda hacia delante. «Estaba sentado y no me fue muy difícil», apostilló. Después, cuando era trasladado en coche al cuartel, admitió que estuvo llamando por su teléfono a dos abogados. «Por eso me pegaron una patada, pero a mí nadie me dijo lo que podía o no hacer, ni se me acusó de nada en aquellos momentos», agregó.

El guardia civil imputado y su compañero dijeron que el sospechoso no se quiso identificar y que llevaba el arma en la cintura. Luego, esposado salió corriendo sin control, tropezó y cayó golpeándose la cabeza y la cara contra la parte trasera del coche policial. Por último, impactó contra el suelo. «Estaba raro, alterado, chulesco, nos insultaba, amenazaba y desobedecía», añadió el testigo. Esta versión fue secundada por otros testimonios.

Un forense declaró ante la sala que era imposible que las lesiones que presentaba se debieran a una caída contra un coche, mientras otro perito forense manifestó que podían ser. El caso quedó visto para sentencia.

DIARIO DE MALLORCA