Comienzo el día leyendo. Los periódicos se hacen eco de la mayor tragedia marítima contemporánea que ha tenido lugar en el mar Mediterráneo. La inmigración que arriba a las costas de España, Italia y Grecia se intensifica paulatinamente.
Los gobiernos mediterráneos se encuentran solos ante un problema que repercute a toda la Unión Europea. La «Operación Tritón»: puesta en marcha por el gobierno europeo, es insuficiente para hacer frente a la colosal tragedia de la inmigración. Un drama humano amén de un peligro potencial; pues en esos barcos traídos por las mafias se hallan humanos en busca de un mundo mejor, pero no obviemos que también son vehículo de yihadistas anhelosos por adentrarse en el seno de Europa. El Estado Islámico, junto con el resto de organizaciones yihadistas , tienen un firme propósito: sembrar el terror delante de nuestro ojos, acabando así con la paz que hemos logrado tras siglos de luchas internas en nuestro viejo continente.
Es intolerable que los nauseabundos socialistas, comunistas y anarquistas prosigan con su fatal y contraproducente discurso antipolicial. Ciertamente, la denominada «ley mordaza» por los ignorantes, habría de ser definida como «ley de cordura y respeto general a las autoridades». Cuando un gobierno incurre en el error de no establecer orden y respeto a la autoridad es responsable del surgimiento de un tumor maligno que se convertirá en un cáncer metastásico, que llevará al caos nacional. Muchos alzarán las manos al cielo clamando mi desintegración inminente, pues interpretan las palabras plasmadas en este tratado como filofascistas, -nada más lejos de la realidad- ya que se tratan de afirmaciones basada en el sentido común. ¡Honra para los guardias civiles que día tras día contienen avalanchas humanas que con brutalidad intentan derribar las fronteras de la Unión Europea! No obstante, los hijos de la utopía se precipitan por el abismo del nihilismo. Humanos corrompidos por las bajas pasiones: seguidores inconscientes del relativismo posmoderno diabólico.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.