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Comienzo el día leyendo. Los periódicos se hacen eco de la mayor tragedia marítima contemporánea que ha tenido lugar en el mar Mediterráneo. La inmigración que arriba a las costas de España, Italia y Grecia se intensifica paulatinamente.

Los gobiernos mediterráneos se encuentran solos ante un problema que repercute a toda la Unión Europea. La «Operación Tritón»: puesta en marcha por el gobierno europeo, es insuficiente para hacer frente a la colosal tragedia de la inmigración. Un drama humano amén de un peligro potencial; pues en esos barcos traídos por las mafias se hallan humanos en busca de un mundo mejor, pero no obviemos que también son vehículo de yihadistas anhelosos por adentrarse en el seno de Europa. El Estado Islámico, junto con el resto de organizaciones yihadistas , tienen un firme propósito: sembrar el terror delante de nuestro ojos, acabando así con la paz que hemos logrado tras siglos de luchas internas en nuestro viejo continente.

 Cuando los izquierdistas de España se aventuran a sugerir sutil y públicamente que las fuerzas de seguridad del estado, están integradas por desalmados fascistas que disfrutan con la violencia, el gobierno de España debería tomar medidas legales en contra de estos ignorantes que osan profanar la sagrada misión de aquellos que por modestos sueldos, protegen nuestra patria, poniendo su propia vida en peligro, a pesar de no ser reconocidos como héroes nacionales. Hombres con una clara vocación de servicio que obvian la impopularidad propugnada por los «rojos perdedores» para centrarse en la seguridad de todos. Nuestra gloriosa España sufre la desdicha de la inmigración ilegal a través de tierra y mar. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se ven sometidas a una insoportable presión. Las populares vallas que separan nuestro Reino democrático del Reino totalitario musulmán de Marruecos son literalmente asaltadas por ciudadanos de todo el Magreb, que buscando una tierra mejor -en el mejor de los casos-, ingenian todo tipo de formas de saltarlas y así poder cumplir su sueño de entrar en España – que supone penetrar en la Unión Europea-. Por ellos y por mucho más, el gobierno español insta a las autoridades de Bruselas a tomar parte en este arduo dilema al que se enfrenta Europa.

Es intolerable que los nauseabundos socialistas, comunistas y anarquistas prosigan con su fatal y contraproducente discurso antipolicial. Ciertamente, la denominada «ley mordaza» por los ignorantes, habría de ser definida como «ley de cordura y respeto general a las autoridades». Cuando un gobierno incurre en el error de no establecer orden y respeto a la autoridad es responsable del surgimiento de un tumor maligno que se convertirá en un cáncer metastásico, que llevará al caos nacional. Muchos alzarán las manos al cielo clamando mi desintegración inminente, pues interpretan las palabras plasmadas en este tratado como filofascistas, -nada más lejos de la realidad- ya que se tratan de afirmaciones basada en el sentido común. ¡Honra para los guardias civiles que día tras día contienen avalanchas humanas que con brutalidad intentan derribar las fronteras de la Unión Europea! No obstante, los hijos de la utopía se precipitan por el abismo del nihilismo. Humanos corrompidos por las bajas pasiones: seguidores inconscientes del relativismo posmoderno diabólico.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.