Nuestro colaborador el Coronel Médico Francisco Hervas Maldonado, nos envia esta poesia sobre la supuesta independencia catalana.
La presunta independencia.
Érase un hombre voraz,
Con un espíritu nulo,
Vocinglero y lenguaraz,
Érase un menda muy chulo.
Juntose con alevines,
Con horteras furibundos,
Con torpes y flamenquines,
Para hacer de uno dos mundos.
Y viniéronse en berrea,
Entre trapos estelados,
De la mano y abrazados,
A gritar de aldea en aldea:
“Yo quiero ser preguntado
– dicen en algarabía -,
Quiero ser magnificado,
Como la filosofía.
Quiero ser independiente,
Quiero ser más que autonómico,
Quiero ser rico y pudiente,
Pero que lo pague el prójimo”.
Ante el asombro creciente,
Por su ambición peculiar,
Para parecer valientes,
Se pudieron a gastar.
Con sus viajes importantes,
Sin poder hacer visita,
Iban a los gobernantes,
Y nunca los recibían.
Les atendían los ujieres,
Los mozos de escribanía,
Vendedoras de claveles
Y damas de compañía.
Y ellos, pensando en su gloria,
Venga a fundar embajadas,
En las que toda su historia
Era poner esteladas.
Los peatones cuando pasan,
Se piensan que son enseñas,
De nuevos cafés o tascas,
De comidas y meriendas.
La bandera, pese ser,
Remedo de la cubana,
Tiene la color más bien,
Entre tomate y manzana.
Van y se inventan la historia,
Se inventan su procedencia,
Se inventan su vieja gloria,
Y luego pasan la cuenta.
Quieren hacer la consulta,
Sobre ser una nación,
Pero lo que bien se callan
Es quien paga esa función.
Y si un poco les aprietas,
Descubres con emoción,
Que los más independientes
Son de Lugo o de León.
Hay otros que son de Murcia,
Y también de Andalucía,
De Sagunto, de Titulcia
Y hasta del sur de Almería.
Son egipcios, yemeníes,
Sirios, libios, palestinos,
Libios, tuaregs, marroquíes
Y algunos son filipinos.
También los hay peruanos,
Argentinos, eslovacos,
Letones, ecuatorianos,
Sicilianos y polacos.
A veces, ¡oh, maravilla!,
Encuentras un catalán,
Una persona sencilla,
Que se prefiere callar.
Los catalanes se van,
A la primera de cambio,
A un territorio normal,
Sin gobierno estrafalario.
Y allí quedan, estelados,
Extranjeros y mandantes,
Que quieren ser coronados,
Eso sí: sin pagar antes.
Aprovechan la tibieza
De un gobierno nacional,
Al que le da gran pereza
Callarlos y poner paz.
Y mientras tanto, la taifa,
Engorda y se va ufanando,
No paga y hace una razia
Con los bolsillos llenando.
Estos ya no son ziríes,
Ni almorávides o almohades.
Estos son unos ‘manguíes’,
Vestidos de catalanes.
Y para rematar la cosa,
El Abad de Monserrat,
Se olvida de esa su Rosa
Y se pone a rebuznar.
¡Pobre Virgen moreneta!,
Donde Ignacio de Loyola
Dejó sus armas de guerra,
Por una España grandiosa.
El dinero es mal sustento
De cualquier ideología.
Así, lo de independencia
No se lo cree ni su tía.
¿Y cómo acabará todo?
Falta valor al gobierno,
En un silencio muy cómodo,
Nos podemos ir al cuerno.
Por eso, ante tanta cara,
Y ante tanta cobardía,
Lo mejor es ya plantarse
Y exigir la valentía.
Francisco Hervás Maldonado