Redacción, José Ignacio Rentero Vicente 

El historiador e inspector jefe de policía jubilado Martín Turrado Vidal, publica el 20-01-2024, en la revista H50 Digital Policial, un artículo titulado “Bicentenario de la Policía el triunfo de la verdad sobre la envidia”.

En el párrafo seis, dice:

“El decreto que suprimió la policía secreta advierte en su mismo título que se refiere a los gastos destinados a pagar por información (los fondos reservados).

Lo cual en un cuerpo de seguridad es un pecado gravísimo. La misma Gaceta de Madrid en una polémica con otro periódico “El Soberano”, nos advierte de que este decreto -2 de noviembre de 1840- no suprimió ninguna institución.

De hecho, poco después, se trató de que las Diputaciones provinciales se hicieran cargo de esos gastos, y lo rechazaron.

En el trámite parlamentario de los presupuestos generales del Estado para el año 1841, se aprobaron dos partidas:

una para fondos reservados, es decir, la policía secreta, y otra, para el ramo de Protección y Seguridad Pública -segundo nombre dado a la Policía-, que según testimonio de un diputado estaba presente en todas las capitales de provincias, puertos y pueblos más importantes.

Luego es mentira que la seguridad pública se encomendara en exclusiva a las autoridades locales y que no existiera una institución de carácter nacional.

La Policía fundada en 1824 ha llegado hasta nosotros con cambios solamente en el nombre (yo he conocidotres).”

Vamos a ver Martín Turrado Vidal, como historiador deja mucho que desear, le trascribo la carta que dirige el jefe político de Madrid, José Grases, el 21 de enero de 1841, al diario “El Pueblo Soberano”, publicada el día 22, en el número 31.

Señores redactores del “Pueblo Soberano”:

En alguno de los números del periódico de V., así como en otros de los que se publican en esta capital, he visto inculcada la idea de la existencia de la policía secreta, y para que el público no incurra en el mismo error que V., sin duda involuntariamente han sido inducidos, era mi deber manifestar sin genero ninguno de reserva, que no conozco más policía que la que existe a cargo de los
alcaldes constitucionales con arreglo a la ley, y que esta no ha sido infringida desde que se me confió el cargo que desempeño.

Hay para cada dos barrios un celador de protección y seguridad pública, de desear sería que lejos de deprimir a este cuerpo se le diese el prestigio necesario para que en unión de los alcaldes no solo cuidasen de la tranquilidad y reposo público, sino también de la seguridad de los vecinos en sus propios hogares y no hiciese precisa jamás la intervención de fuerza armada de cualquier naturaleza que sea.

La misión de los celadores no es secreta, ni sus personas son desconocidas, cualquiera que desee conocerles les bastará acercarse a los corredores de la jefatura política a la hora de dar el parte y tomar la orden, y en ellos verá todos reunidos.

Encontrará entre los mismos muchos que han servido y sirven con honor en la milicia nacional, y que gozan de una eminente reputación patriótica; así como antiguos militares del ejército que han derramado su sangre en los combates por el sostén de la causa de la libertad y decoran sus pechos con muchas y honrosas cruces de distinción.

Existe además un cuerpo de veinte hombres con la denominación de ronda de capa, su encargo es exclusivamente prestar auxilio a los alcaldes y perseguir a los malhechores, ladrones y desertores.

Posteriormente a los sucesos de 1º de septiembre ha recibido una nueva organización; el jefe político mi antecesor que se la dio, no será ciertamente para ustedes, de una opinión dudosa.

Con respecto a informes, conviene también saber, que, si bien el gobierno probablemente para llenar con acierto las vacantes causadas por las ultimas remociones, necesita algunas veces valerse de los adquiridos por las oficinas de mi cargo, las corporaciones y personas a quienes hoy me dirijo son todas de un carácter tal, que no desmerece de la del sujeto por quien se pregunta.

Persuadido que debo al público esta aclaración, lo estoy también de que no tendrán ustedes, inconveniente en insertarla en su apreciable periódico.

Madrid 21 de enero de 1841, el jefe político en comisión José Grases.

Por tanto, Martin Turrado Vidal, le queda claro una vez más que en 1841, no existía la Policía, y que el nombre de Protección y Seguridad pública, lo dio la reina regente en su decreto de 26 de agosto de 1836 a los alcaldes constitucionales y de barrio.

José Luis Borrero González, capitán retirado de la Guardia Civil.