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Hay que tener mucho cuidado con las aplicaciones que uno se baja al móvil. El aviso lo repiten las fuerzas de seguridad constantemente, pero no por mucho insistir en ello deja de ser menos cierto.

Todo lo contrario. Desde el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil alertan de que, al descargarnos una app, podemos estar dando permiso al fabricante a utilizar nuestro terminal a su antojo. Y ponen el ejemplo de un programa que estuvo en las principales plataformas de venta durante tres semanas el año pasado y estafó a casi medio millón de ciudadanos.

Se trataba de una aplicación que oficialmente ofrecía a los clientes de Android una linterna led para el teléfono, pero que una vez descargada permitía al desarrollador meterse en el terminal ajeno y enviar mensajes a números de tarificación elevada. En concreto, al aceptar las condiciones de uso –que se presentaban en una ilegible letra gris sobre fondo negro–, el usuario autorizaba al fabricante a entrar en el dispositivo y enviar y borrar mensajes, tanto los que llegan como los que se mandan.

En la práctica, explican desde la Guardia Civil, el creador accedía al aparato del cliente y le suscribía a un envío de mensajes premium. Luego borraba el rastro, con lo que el ciudadano nunca sabía de esa suscripción ni tampoco que se enviaban periódicamente mensajes a números de tarificación elevada, al menos hasta que llegaba la factura del móvil a su casa.

Además, y con el fin de dar a conocer la aplicación, denominada comercialmente Linterna Molona, el programa publicaba automáticamente un post en la cuenta de Facebook de los usuarios que se lo descargaban. El post contaba las supuestas bondades de la app, un texto que todos los amigos del escritor inconsciente leían con gran entusiasmo creyendo que el autor había sido quien suscribía las líneas.

La aplicación fraudulenta se anunciaba como un programa que «hace brillar el led más que ninguna otra app de linternas y es totalmente gratuita», promesa que atrajo a miles de personas y que, por otro lado, en ningún caso se cumplía.

Los timadores estafaron 35 euros a cada usuario que se descargó el programa a través de este control remoto del terminal, aunque ninguno de ellos está en la cárcel. Desde el Grupo de Delitos Telemáticos explican que no es fácil imputar el delito de estafa cuando el ciudadano se ha bajado la app y ha aceptado los términos de uso voluntariamente. Además, tampoco resulta fácil para las fuerzas de seguridad detectar estos fraudes, ya que pocos afectados se molestan en ir a interponer una denuncia por los mencionados 35 euros.

No les queda mucho más a los agentes, por lo tanto, que recordar a la gente que tenga cuidado con lo que se descarga, que se lea las condiciones y que no asuma nada que no entienda. Este tipo de estafas, comentan, defraudan poco dinero a una gran cantidad de personas que prefiere admitir la parte de la culpa que le toca por no haber estado atenta.

EL CONFIDENCIAL