Publicamos un artículo de opinión de nuestro querido colaborador el coronel médico Dr. Francisco Hervás Maldonado.

Hoy en día, más que nunca, la terminología vuelve a sus orígenes. Especialmente cuando nos referimos a nuestros políticos actuales. Pero vayamos al principio: ¿cuál es la etimología de la palabra político? Porque solo así, al retomar los orígenes, comprenderemos mejor lo que está pasando.

El término «políticos» proviene del latín «politicus» y este, a su vez, del griego «politikós» (πολιτικός), que significa «de los ciudadanos» o también «del estado», pues en aquellas fechas los estados eran ciudades, las conocidas «polis» griegas, de manera que es un adjetivo de ese concepto; como decimos, única entidad estatal en la Grecia clásica, hasta que los macedonios, a golpe de estaca, lograron unir las polis (muy autonómicas ellas) bajo un solo reino. Por tanto, los «politikós» eran entonces los servidores de los «polites», que esos ya sí eran los ciudadanos de todo el estado y no solo de su «polis», por muy autonómica que fuera. Bueno, la gente estaba feliz con la unión, porque los persas tenían ganas de merendarse a Grecia, pues una sociedad atomizada en «polis» o ciudades es una sociedad mogollón de flojucha, fácilmente merendable. Alejandro Magno y compañeros guerreros, al crear un fuerte estado, se merendaron a la casi totalidad del mundo conocido, sobre todo a los persas, que eran y son más cansados que un novio dando besos.

Por otra parte, los temas particulares eran los «idiotikós», y quienes iban a lo suyo, olvidándose de las «polis» eran los «idiotes», que inicialmente significaba ciudadanos particulares, pero posteriormente, dado que eso es una sandez, pues no vivimos solos en el mundo, se le dio el significado de «inculto» o «desconocedor de las artes»; en una palabra: memo. Y de ahí deriva el término «idiota», de nuestro lenguaje.

La política, en origen, vemos que era un servicio a los ciudadanos. Por tanto, aquellos políticos que no cumplían su digna labor, confundiendo la función con la propiedad y yendo, por tanto, solo a lo suyo, eran y son hoy también unos idiotas. Miren ustedes, el lenguaje lo dice todo. Por ejemplo, la palabra latina «magister» significa ilustrador y educador, mientras que la palabra «minister» significa menestral o servidor. Por tanto, se ve claramente la importancia de los maestros frente a la situación sirviente de los ministros. ¿Y quién cobra más de los dos? El mundo al revés.

El caso es que yo conozco muchos políticos idiotas, demasiados quizás, en nuestra querida España. Y son idiotas porque van a lo suyo descarada y claramente, arrasando todo aquello que se les oponga: Fuerzas Armadas, Tribunales, Universidad, Colegios, Deportes… Tienen más suciedad que la Cloaca Máxima (¿y saben quién la construyó?, pues Tarquino el soberbio, como no podía ser de otra manera, vayan, vayan a Roma y la verán, tenía más mierda que los palos de un gallinero). Es decir, que son – en el mejor de los casos – idiotas laboriosos, para disimular. La verdad es que no conozco ningún político pobre en España. Debían ir al Papa Francisco, a ver si les da un máster de humildad y decencia.

Y ya, los más idiotas de todos son los de las independencias, para poder mangar «larga manu» y sin ser observados. ¿Pero qué tontería es esa de la independencia, en un mundo que se achica por momentos? Bueno, si lo que quieren es refundar la esclavitud lo veo lógico. Porque otra cosa no es posible. Los rumanos disfrutaron a un tal Ceaucescu (muy amigo de un comunista de pro español, por cierto), que tenía el país como su cortijo. Así acabó. Pues estos dictadorzuelos de vía estrecha, disfrazados de independentistas, lo tienen claro: no son conscientes, pero se juegan el cuello. Y son sus propios ciudadanos quienes se lo cortan, más bien antes que después, porque hoy en día la vida va que vuela.

Pero para poner coto a todo esto hay que ser político de verdad, al servicio del pueblo y no del propio bolsillo. Solo así se tiene autoridad moral y apoyo del pueblo. Bueno, y sobre todo sólo así se tienen redaños, que ya parece que van faltando desde hace tiempo…

Y démoslo por pensado. Porque en tiempo de melones, han de ser cortos los sermones, como nos decía el cura el domingo pasado, con toda la razón. Sean felices, que ustedes valen mucho más que cualquier merluzo de esos que dicen que nos gobiernan, no consientan que les amarguen la vida.