Articulo de opinión de nuestro colaborador D. Francisco Hervás Maldonado, Coronel Médico
¿Qué hay detrás de la consulta soberanista?
Francisco Hervás Maldonado
Esta pregunta nos la hacemos todos con frecuencia, especialmente cada vez que se escucha un nuevo reto de la yihad independentista, solo que dicha lucha no es por un sentimiento religioso – más o menos explicable, aunque no justificable – sino por otros motivos mucho más turbios.
En primer lugar, hemos de decir que no nos creemos una palabra acerca del “sentimiento catalán”, aunque sí del envenenamiento catalán por los políticos, en interés propio. Y lo dice alguien que ha vivido cinco años en Barcelona, ha ejercido entre catalanes, ha mandado sobre catalanes y, además, tiene grandes amigos catalanes, además de familiares. E indudablemente los quiero mucho.
¿Quién defiende, por tanto, la secesión catalana? No son mayoritariamente catalanes, ni mucho menos. Son, en un 70% (como mínimo), inmigrantes o sus hijos y, la mitad o más, extranjeros.
Esta es la secuela de una labor docente, muy bien articulada y dirigida por el Sr. Pujol y compinches, en la que se ha ido lavando el cerebro de los niños y jóvenes (el 80% de los independentistas actuales), con objeto de que se convenzan de que van a vivir en un edén cuando se separen de España. Han falseado la historia, han mentido constantemente dentro y fuera de España y, lo que es peor, sabiéndolo como lo sabían, ningún gobierno anterior les ha puesto coto. En lugar de apoyarse en nacionalistas, hubiera sido mucho mejor establecer gobiernos de concentración nacional, entre los dos principales partidos españoles, para trabajar por España y no por la miseria ideológica de uno u otro grupo.
¿Qué hay detrás de la consulta soberanista? Lo de siempre: el chantaje al estado, un estado aparentemente débil y desarmado, para no pagar lo que se debe en Cataluña, que siempre ha sido y es MUCHO. Ya en tiempos de Franco se les daba dinero para que callasen. Se les pusieron toda suerte de fábricas y de les dieron toda clase de facilidades. El sentimiento catalán es una gran mentira. Se trata pura y llanamente de vivir del prójimo, pues allí solo han quedado, salvo pocas excepciones, la mayoría no nacionalistas, los mediocres. Hay gente catalana magnífica, pero están fuera de Cataluña: en el resto de
España o en el extranjero. De hecho, conozco un hospital norteamericano, de una calidad extraordinaria, lleno de catalanes (no nacionalistas, por supuesto).
Simplemente les haría cuatro preguntas:
Primera: ¿Qué premios nóbel catalanes existen? Ninguno.
Segunda: Comparando con las ventas de publicaciones en español, ¿cuánto venden las editoriales nacionales publicado en catalán? Un 10%, aproximadamente.
Tercera: ¿Qué vuelos aterrizan en el aeropuerto del Prat? Muchos, pero solo “low-cost”, de manera que se ha convertido en el aeropuerto más cutre de España (eso sí, con muchos vuelos).
Cuarta: ¿Qué tipo de industria poseen? Pues solo y exclusivamente la de transformación, careciendo casi por completo de industria base, de industria pesada. Y esa industria de transformación se puede trasladar a cualquier sitio en un pis-pás.
Conclusión: Se trata de una zona de cultura escasita (sí, nos han vendido siempre lo contrario, pero no es cierto), con una dependencia atroz del mercado exterior (casi en un 80% el resto del territorio nacional) y una gran dificultad de comunicación, si se utiliza el catalán. Bien, eso lo he visto en Madrid, donde un niño que llevaron a urgencias en un determinado hospital, necesitaba que su madre tradujera al médico de guardia lo que el niño sentía.
Además, están el “manguis” y los “untes”, comunes allí desde hace muchos años. Por ejemplo, muchos pacientes, a los que en la seguridad social tomaba la tensión, me daban 100 o 200 pesetas, cosa que no se ve en el resto de España. Ese dinero iba al pan de San Antonio, pues me parecía inmoral cobrar por algo que ya me pagaba el estado. Allí son frecuentes, de uso sabido y consentido, las gratificaciones “apócrifas” a los funcionarios públicos. Esto me parece indecente, pero los educan así. Por tanto, si eso es en lo pequeño, no ha de extrañar que cualquier contrato se obtenga con comisiones abultadas. Especialmente en los ayuntamientos (bueno, eso es como en el resto de España, y luego dicen que no son españoles).
Las empresas, por tanto, se huelen que esos untes se van a disparar con la independencia, de manera que ninguna empresa seria o de calidad va a quedar allí, si tal cosa sucede. Yo creo que ni el Cola-Cao, a pesar de que su dueño sea independentista, pero ‘la pasta es la pasta’.
La desgracia es que empresas decentes, como Freixenet, se van a ver muy dañadas por la bajada en ventas, que ya se está produciendo en productos catalanes.
La realidad es que los políticos catalanes nacionalistas son mediocres, bastante aficionados a meter la mano e incapaces – cuando no fracasados – de ejercer cualquier otra profesión. Profesores de medio pelo, médicos inútiles, metidos a banqueros que arruinan bancos, etc. ¡Cuánto se parecen a los de cierto partido nacional floral!
Pero por encima de todo, está la desvergüenza del cateto. Un cateto solo quiere lo suyo y no gastar, admitiendo el dinero, incluso con irreverencia, que le llegue desde cualquier origen, para engordar su bolsillo.
No van a ser independientes, porque estos individuos de espíritu bereber, tribales hasta el tam-tam, son incapaces de gobernarse, como catetos que son. Y o se espabilan, o se les ha terminado el chollo. No hay turrón y punto.
Si por un milagro (para nosotros, pues nos salen carísimos) fueran independientes, estarían fuera de la Unión Europea, fuera de la OTAN, de la ONU (hasta que se aprobase su ingreso, cosa difícil, pues hay países que me consta que lo vetarían), la OIT y puede que hasta la UEFA y la FIFA, entre otras muchas organizaciones. Son torpes, muy torpes.
Una Cataluña independiente solo sería un lugar de vacaciones para turismo pobre (el de los “low-cost”). Olvídense de su puerto, pues Génova, Marsella y Valencia ya les dan siete vueltas. Y como los catalanes decentes se marcharían, tal vez hubiera que cambiar su idioma por el árabe, las catedrales por mezquitas y los hoteles por “Bed & Breakfasts”.
Así es que no vengan con tonterías. Trabajen y paguen lo que deben, que sin el resto de España, ustedes no son nada. Y conste que eso no va por la gran mayoría de los catalanes de verdad, que no necesitan mentir para ganar dinero.
Sí, mentiras, señor Pep Guardiola. Si tanto ama a Cataluña, ¿por qué se fue del Barcelona? Algo hay escondido detrás, que empieza por e y acaba por o: euro. Se ve que no se gana tanto dinero en Cataluña, como dicen los nacionalistas…
En fin, que mucho me temo que va a suceder algo gordo. Agradézcanselo a Pujol, a Mas, a Homs y a los horteras de Esquerra, entre otros. Porque todos perderemos, pero mucho más ellos (el Señor no les iluminó con el don de la prudencia). ¡Qué le vamos a hacer…!