cobardes

En el ABC.es publicaba: “La iglesia, de nuevo en el punto de mira de los partidos de izquierda” y seguidamente se indica que algunos Ayuntamientos gobernados por Podemos “se desligan de los tradicionales actos religiosos”. En la misma noticia, esta línea de la izquierda radical es comentada por el portavoz de la Conferencia Episcopal, el cual declara que “la Iglesia no tiene miedo a los cambios políticos ni a los partidos emergentes”.

Aunque puede haber muchos que piensen lo contrario, no me parece mal que se separen lo más posible la religión y la política. En mi opinión, lo religioso pertenece al ámbito íntimo del individuo y tiene que ver con su manera de plantearse la trascendencia del alma. Lo político, en cambio, se relaciona con la gestión representativa de los intereses generales, los cuales, por definición, son de la generalidad de la ciudadanía, sea cuales sean sus inclinaciones religiosas. Por eso, encuentro muy acertadas las palabras del portavoz de la Conferencia Episcopal. Pero lo que está sucediendo me ha suscitado las consideraciones que siguen.

Durante los momentos más álgidos de la crisis que estamos abandonando, en varias ocasiones los medios de comunicación se hicieron eco del importantísimo papel que desempeñaron las instituciones benéficas de la Iglesia Católica, socorriendo a una gran parte de la población más necesitada. Y todo ello sin preguntar por el credo del necesitado ni por ninguna otra circunstancia análoga.

De lo que antecede resulta que no deben ser pocos los ciudadanos que sientan una sincera y profunda gratitud con estas instituciones modélicas de la Iglesia. Puestas así las cosas, cabría preguntarse cuál sería la actitud de todos estos ciudadanos en la hipótesis –espero que muy improbable- de que la izquierda más radical pasara de la actitud puramente “simbólica” actual a otra combativa y de serio hostigamiento. Aunque la caridad es una virtud desinteresada que carece de contrapartida ¿permanecerían pasivos esos ciudadanos ante un eventual ataque de los más extremistas a una institución que los socorrió solo porque tenían hambre? Además de esta pregunta para los socorridos, dejo para finalizar esta otra para los izquierdistas radicales: ¿deben ser agresivamente combatidas, por ser intrínsecamente malas para el pueblo, unas creencias que condujeron a ayudar a los más necesitados?

Me hago estas preguntas únicamente desde la perspectiva de la razón. Y les confieso que no encuentro razón alguna para que, en el supuesto puramente hipotético de que arreciara la beligerancia contra la Iglesia católica, no saliera la muchedumbre de los auxiliados por la caridad cristiana a defender a quienes los ayudaron a sobrevivir cuando no tenían nada que llevarse a la boca. Pero como tengo que ser sincero debo añadir que me temo que se callarían cobardemente.

ABC