Hace años que ya pronosticamos que la Directora General de la Guardia Civil no podría terminar bien. Eso ya se sabía desde tiempos del gran historiador Polibio (200 – 118 a.C.), probablemente el primer critico político existente. Natural de Megalópolis, ciudad situada en Arcadia, perteneciente al Peloponeso, y ubicada en el valle de Alfeo, Polibio posee una historia notable de cuarenta tomos, aunque solamente se conservan cinco, mientras que los demás los conocemos mediante referencias. Pero es tal su influencia que se basaron en él –entre otras fuentes, pero de manera prioritaria– para elaborar la constitución de los Estados Unidos. De él es la definición del término Oclocracia (gobierno de muchedumbres incultas, egoístas y sin principios éticos). A Karl Marx ni se le ocurrió tenerlo en cuenta, aunque no todos fueron tan arbitrarios y mal documentados como el inventor del comunismo. Por ejemplo, Federico Engels era mucho más inteligente que Marx, mucho más estudioso y mucho más sensato. Basta con leer sus libros: “El Origen de la Familia; La Propiedad Privada y el Estado”. Esta obra le da cien vueltas en calidad y conocimientos al infumable “El Capital”, del impresentable Marx. Bien, pues eso nos está pasando también en la Guardia Civil: se promociona la falta de ética, no se controlan los ingresos de nuevos profesionales y se premia el servilismo a la oclocracia dominante. Tremendo.

Charles De Gaulle, expulsado del poder por la oclocracia francesa, ya lo dijo en su día: “he llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”. ¡Qué gran verdad! Hoy en día, cualquier mindungui puede ser un cargo político como Director General, Subsecretario e incluso Ministro o más. El mundo se acaba a este paso. Uno que no es dudoso para las izquierdas –Nikita Kruschev– también lo decía: “los políticos son iguales en todas partes, prometen construir un Puente incluso donde no hay rio”. Pero no se lo aplicaba a sí mismo. De hecho, con motivo del “calentamiento” de la famosa guerra fría, Kruschev se quitó un zapato y atizó un zapatazo en el estrado de la ONU. De manera que, como todos los comunistas, decía una cosa y hacía otra. No hay más que comprobar el porcentaje de muertos en cada revolución comunista.

Georg C. Lichtenberg, el gran científico (y escritor) alemán define lo que les acaba sucediendo a muchos políticos de manera clara y contundente: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Es decir, que la inmoralidad en la gestión lleva al caos y, por supuesto, a responder antes o después ante la justicia. De ahí que en estos nuevos regímenes populistas (igual a comunistas disfrazados), lo primero que se busca es hacerse con el mando de la Justicia, controlar los tribunales y someter a los jueces a su propio interés. ¿Y qué pasa con esto? Pues que un país injusto y agresivo con sus gentes se empobrece por momentos y pierde la unidad y coherencia de sus actos. Lo estamos viendo en Rusia, con una guerra que lleva ya más de un año y no parece que vaya a ganar a un país mucho menos militarizado y armado, como es Ucrania. ¿Y por qué? Pues porque los ejércitos rusos son enormes, pero incompetentes, sin una solidaridad entre sus soldados, con unos mandos incapaces y nombrados “a dedo” y no por sus capacidades y méritos, sino por su sumisión. Bien, pues eso puede sucedernos a nosotros. Ejemplos hay muchos, como el cese del Coronel Pérez de los Cobos, declarado arbitrario por el Tribunal Supremo y al que habrán de indemnizar, o la salida de la Guardia Civil de Navarra, Cataluña o el País Vasco, que además son tan torpes con esa decisión, que los propios ciudadanos de esas regiones se van a ver expuestos a una mayor delincuencia, porque “no es igual el apoyo de siete que el de setenta y siete”, cosa que se le ocurre hasta al que asó la manteca.

Todas estas irregularidades nos llevan a un filósofo francés muy sensato, Edmond Thiaudière, que definió claramente lo que está siendo nuestra política y la de muchos otros países: “la política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”. ¿Cuánto dinero, cuántos bienes poseían nuestros políticos antes de recibir su nombramiento para el cargo que desempeñan o han desempeñado? Estamos viviendo una promoción de la inmoralidad a todos los niveles, incluso en la infancia y adolescencia. ¿Qué futuro les espera a unes criaturas en las que se están promocionando conductas animales, egoísmo, placer por el placer, ignorancia, falta de esfuerzo y preparación, etc.? Nuestro futuro, con estos criterios es la desaparición como nación e incluso como etnia. Porque los islámicos son firmes en sus creencias, acertadas o no, y promueven una moralidad que no acepta variaciones. Tal vez exagerada, pero así es. Sus familias son muy numerosas, sin abortos ni eutanasia, sin homosexualidad oficial, sin la absurda transexualidad, sin el destrozo de sus mezquitas, etc.

La Historia es un bucle que se repite constantemente. Los árabes nos invadieron con la ayuda de algunos traidores y el apoyo de muchos ciudadanos, hartos de gobiernos visigodos acaparadores e injustos. Al principio los árabes fueron bien recibidos, pues eran cultos, permitían la convivencia de religiones e incluso educaban a la gente. Pero yo no sé qué tiene nuestra tierra, porque el caso es que se llenó de oclócratas norteafricanos que nos llevaron a las taifas (léase autonomías) y lograron que otros –más brutos todavía– reconquistasen nuestra tierra. Y vuelta a empezar. Lo siguiente es el hundimiento del Estado. ¿Por qué vía? Pues no lo sé, pero nuestros políticos actuales lo están pidiendo a voces.

Cambiamos de Directora General. La anterior, al menos, era inteligente. La que nos viene… no sé, pues llega con una gestión extremadamente torpe en su puesto de Delegada del Gobierno en Madrid. Y, por si fuera poco, siendo investigada por prevaricación. Nada, que no mejoramos. A este paso, vamos a terminar mal, muy mal. Veremos lo que dura la nueva máxima autoridad de la Guardia Civil. Pero mucho me temo que poco.

Francisco Hervás Maldonado
Coronel Médico (r)
Presidente del Círculo Ahumada