A continuación publicamos un artículo escrito por Rocío Sanz en Atalayar, colaborador de Benemérita al Día.
Para un español en España que no ha vivido el día a día en Egipto desde que estallo la revolución de 2011, es normal entender estos últimos días como un golpe de estado en toda regla.
Siendo testigo de la tensión y los cambios en los últimos tres años; siendo testigo de las expectativas e ilusiones creadas cuando la revolución ganó y observando los cambios y frustraciones de los últimos meses, no puedo sino decir que al menos, este golpe de estado ha sido muy democrático.
Si, un golpe de estado democrático, que se ha saltado los tiempos establecidos por la legalidad democrática. Un golpe de estado en toda regla manifestado por un porcentaje de población que ha salido a las calles como nunca en la historia de la humanidad. Más de 30 millones de personas en todo el país; más de 20 millones de firmas contra Morsi… mucho más de lo que obtuvo en las elecciones durante la primera ronda. Y eso sin olvidar que el margen de diferencia en la segunda ronda contra Ahmed Shafik había demostrado que la mitad de población seguía prefiriendo volver al régimen de Mubarak antes de votar a alguien que representaba el Islamismo político o los hermanos musulmanes. Nos olvidamos a veces, que Morsi gano con muy poca diferencia y que muchos de los votos que obtuvo fueron de personas que preferían a un «islamista» antes que volver al régimen de Mubarak.
Los extranjeros que vivimos en Egipto durante todo este tiempo, hemos sido testigos privilegiados de un cambio dramático en la sociedad y la vida de este país. Un cambio que se ha acentuado más en el último año. La subida del precio del pan- base fundamental de la comida egipcia- aumento su precio de forma preocupante el año pasado. Antes una familia podía comprar 20 panes egipcios por una libra, ahora con una libra obtienes tres panes. Pueden imaginarse lo que ha supuesto para una familia de 5 o 6 miembros con pocos recursos que come al menos tres panes por persona tres veces al día.
El agua, preciado tesoro con este calor, escasea y hay quien por aprovechar la situación vende agua embotellada del Nilo, causando numerosos casos de diarrea y otras enfermedades. La tensión con Etiopia por la construcción del embalse en el país vecino solo ha aumentado el miedo por la falta de este bien. La falta de petróleo ha provocado cortes de electricidad, sobre todo cuando el calor fuerte ha llegado y la gente ha querido usar el aire acondicionado. Y eso sin contar con que el Cairo, en su extendido y caótico territorio, funciona gracias al transporte interno y con otras regiones. Uno necesita desplazarse hasta dos horas para llegar al trabajo, el colegio o ver a un amigo. Y en los últimos meses, las colas para poner gasolina han paralizado las vidas de muchos y han causado muchas pérdidas a otros.
Muchos dicen que ha sido la economía lo que se ha gastado la confianza de Morsi… yo digo que hay mucho mas. Siendo la economía el aspecto más frustrante, hace solo tres años, uno podía dejar el coche abierto con bolsas dentro que nadie entraba a coger nada. Ahora hay que andar con cuidado en la calle para que no te tiren del bolso. Esto, que puede ser normal en España, no lo era en este país. Ahora se respira miedo y tensión en las calles, y la gente no es tan amable como lo era hace tres años. Esto sin contar con el número de mendigos (sobre todo niños) que aumenta por día en cada esquina de la gran metrópoli.
Las tensiones aumentan entre la gente y el gobierno ha contribuido en gran medida a establecer grandes diferencias: ricos contra pobres, hombres vs mujeres, cristianos vs musulmanes, y ahora hasta chiitas contra sunitas, algo inimaginable en este país. El asesinato hace un mes de cuatro chiitas por varios salafistas crespo sin lugar a dudas los ánimos de una sociedad que vive el día a día con mucha preocupación. La policía ya no está presente desde la revolución, tienen miedo por haber sido la mano ejecutora del caos y maltrato durante el régimen de Mubarak, y la inseguridad ciudadana, así como el acoso a las mujeres esta a la orden del día, lleven velo, nicap o nada. Hay quien incluso ha recordado con añoranza el tiempo de Mubarak.
La gente se ha cansado de pasarlo mal y tener miedo. No hace poco en un programa de la televisión egipcia, una periodista famosa entrevistó a un imán de los hermanos musulmanes. Tuvieron un rifirrafe porque el se negó a dar su opinión sobre el acoso a las mujeres en la calle. La entrevista mas o menos acabo cuando ella se quito el velo (que se había puesto para la entrevista por expreso deseo del imán) tras cuestionarle el no querer dar su opinión. El imán se puso bastante nervioso y después de amenazarle con cerrar el programa de televisión, ella se levanto y le dijo que llevaba el velo por Dios y no por el. Al ver el programa, pensé que la periodista era muy valiente por decir tales cosas y que podía quedar sin trabajo, pero no fue así… La gente estaba ya muy cansada y no se oía otra cosa en la calle que los comentarios de la periodista.
El miedo a un autoritarismo como el demostrado en noviembre ante el cambio de la constitución, enervo mucho a los egipcios que no solo no lo han olvidado sino que además han presenciado como su vida, su día a día ha cambiado radicalmente a peor.
Yo no digo que esto que ha ocurrido estos días no haya sido un golpe de estado. Hasta se podría decir que ha sido preparado cuidadosamente teniendo en cuenta la pulcritud con que se han manejado los tiempos y el escaso número de bajas si consideramos la masiva presencia en las calles. Yo lo que digo es que el golpe de estado ha tenido el apoyo del pueblo, un pueblo con miedo para no estar dispuesto a ver más radicalismos en los próximos cuatro años.
Hace menos de un mes, el padre de una amiga de mi hijo, fue atacado con un cuchillo en el cuello por estar cerca de la embajada americana y ser el mismo, americano. Era profesor de árabe y está pasando unos meses en la universidad del Cairo. Había pasado por la embajada para solucionar unos problemas con su visado. Explicar a mi hijo que su amiga se marchaba porque su padre había tenido un accidente fue menos doloroso que pensar que Egipto no volverá a ser lo que fue, y que el miedo y la frustración recorren las calles y se toma la justicia sin impunidad alguna en nombre de Allan.
Yo no digo que esto no haya sido un golpe de estado, pero sí creo que ha sido un golpe de estado democrático que responde a una solicitud masiva de cambio y que no ha encontrado otra forma legal de bloqueo a lo que está pasando. Un golpe de estado que ha respondido a una situación de miedo y de impotencia al ver como el gobierno más preocupado en crear la posibilidad de matrimonio de niñas a los 9 años que en responder a problemas sociales y económicos presentes.
Un último hecho creo que también ha contribuido al estallido, el nombramiento de uno de los terroristas de la Gamal Islamiya que colocaron la bomba en Luxor hace unos años, como gobernador de la ciudad. Este y otros hermanos musulmanes que han eliminado a los gobernadores electos. Ultimo cambio para establecer y limpiar de liberales al gobierno completo. Un gobierno, que según prometió Morsi, iba a estar formado por representantes de todos los sectores de la sociedad.
Entiendo que desde España estos días se vean como un golpe de estado puro y duro, pero también entiendo los festejos en las calles de Cairo, Alejandría y el resto del país. Solo espero que el nuevo gobierno sea realmente inclusivo y no olvide que los hermanos musulmanes responden a un sector de la población, no al mayoritario, pero presente en la sociedad. Espero que el nuevo gobierno sea consciente de su presencia y que deben ser involucrados en el proceso democrático o de lo contrario nos arriesgamos a que vuelvan a esconderse y surjan solo como un nuevo terrorismo más potente, organizado y hasta con la convicción de ser legitimado.